Alguna vez en nuestras vidas nos hemos encontrado con alguna persona que con o sin razón nos pone los nervios de punta. Hay gente con la capacidad de sacarte de quicio a la mínima, incluso sin conocerlos bien, no podemos con ellos, es algo superior a nosotros, algo casi irracional.
Si es alguien que ha pasado de puntillas por nuestra vida, lo tenemos fácil, el problema viene cuando debemos compartir algo con ellos, como puede ser el trabajo, algún vecino, el novio de nuestra hermana…
Hay muchos tipos de personas, está el típico gracioso al cual no vemos la gracia por ningún sitio sino que hasta nos resulta cruel, el egocéntrico que no hay manera de entablar una conversación que no salga él por medio, el soberbio, el que sólo hace bien las cosas él y los demás no valen nada, el egoísta, el que chismorrea cosas negativas a la espalda de todo el mundo…y podíamos seguir así indefinidamente, pero ya nos hacemos una idea clara de lo que se puede encontrar en esta vida.
Por supuesto que hay otros tipos de personas, las encantadoras pero este no es nuestro tema, con ellos no hay ningún problema en las relaciones.
Si no nos queda otra y no podemos poner tierra por medio, deberemos intentar llevarnos lo mejor posible o por lo menos con educación.
Hay que intentar no meterse en ese círculo asfixiante consistente en adelantar acontecimientos y ponernos de mal cuerpo. El comportamiento de este círculo es darle vueltas una y otra vez al momento en el que debamos estar frente a esta persona, es decir, que antes de llegar a la oficina y ver a ese compañero desesperante, no estemos pensando “¡Oh Dios mío! Otra vez verle la cara y escuchar esa voz chirriante que me enferma.”. Este tipo de mensajes tenemos que intentar que desaparezcan porque ya nos vamos calentando nosotros solos y llegaremos predispuestos a montar la guerra. |